Hay días que llueve con alegría. Otros con tristeza. Como esta tarde que he salido a pasear por la ciudad mojada. Sin rumbo fijo. Me gusta perderme por las callejuelas antiguas del centro. Esas piedras de Sevilla tienen tanta vida, o tanta muerte, que me impresionan. La gente andaba decidida, debajo de sus paraguas, huyendo de la lluvia o de sí mismos. Me he sentado en el bar Laredo a tomar café. Tras los ventanales he observado la cortina enfurecida de agua golpeando los adoquines de la Plaza de San Francisco. Y ahora pienso que no le pido nada más a la vida. Mirar la lluvia con el sabor de café en los labios.
Francisco Gallardo Rodríguez, El Rock de la calle Feria
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